De hecho, Jean-Baptiste señala que si no hubiera tenido talento para el dibujo, tal y como lo ve hoy, le habría gustado ser sombrerero. Así que fue muy natural que se sintiera atraído por el diseño textil. En esta profesión, siempre hay que estar atento y ser inventivo. Hay que volver una y otra vez sobre una línea. Es un trabajo que le encanta a Jean-Baptiste, una forma de tender puentes entre el diseño y la moda. Es un trabajo que le permite dar vida a sus diseños a través de las personas que los utilizan, que les dan vida en sus propios mundos, exhibiéndolos en sus casas sobre la ropa de cama.
El diseño textil es un campo muy especializado. Es un trabajo a cuatro manos, en el que el diseñador tiene una idea precisa en mente y el dibujante también tiene su propia personalidad y especificidad.
" Hay que conseguir retranscribir en imágenes lo que la persona tiene en su imaginación". Transcribir esta visión respetando las limitaciones técnicas, los tamaños que hay que respetar, los materiales que hay que utilizar, todo ello en armonía con el espíritu de la época.
La generosidad de la línea, del color, del dibujo propuesto debe hacerse eco de una personalidad, pero no abrumarla, ni mucho menos suplantarla. Sublimar, pero permanecer sutil.