Recién licenciado por la escuela de arte Émile Cohl de Lyon, Jean-Baptiste es un prometedor miembro de la nueva generación de ilustradores-artistas. De Thomas Girard y Woodkid a Claude Barras, Sébastien Mitton y Cédric Peyravernay, el departamento de Ilustración de la célebre escuela de arte de Lyon ve salir regularmente de sus aulas a figuras internacionales de las artes gráficas.

Una técnica académica combinada con una imaginación onírica confieren a los dibujos de Jean-Baptiste una calidad poética y un universo en el que adultos y niños pueden sumergirse y encontrar sus propios mundos.

Desde pequeño le ha gustado dibujar. Siempre ha sido sensible a los colores y los materiales. Los trajes, sus motivos, su significado.

"Cuando veía películas, siempre prestaba especial atención a la ropa, a su significado, a lo que un motivo concreto aporta a la personalidad del personaje y qué habría cambiado si hubiera sido un motivo distinto. Cómo un motivo encarna una personalidad".

De hecho, Jean-Baptiste señala que si no hubiera tenido talento para el dibujo, tal y como lo ve hoy, le habría gustado ser sombrerero. Así que fue muy natural que se sintiera atraído por el diseño textil. En esta profesión, siempre hay que estar atento y ser inventivo. Hay que volver una y otra vez sobre una línea. Es un trabajo que le encanta a Jean-Baptiste, una forma de tender puentes entre el diseño y la moda. Es un trabajo que le permite dar vida a sus diseños a través de las personas que los utilizan, que les dan vida en sus propios mundos, exhibiéndolos en sus casas sobre la ropa de cama.

El diseño textil es un campo muy especializado. Es un trabajo a cuatro manos, en el que el diseñador tiene una idea precisa en mente y el dibujante también tiene su propia personalidad y especificidad.
" Hay que conseguir retranscribir en imágenes lo que la persona tiene en su imaginación". Transcribir esta visión respetando las limitaciones técnicas, los tamaños que hay que respetar, los materiales que hay que utilizar, todo ello en armonía con el espíritu de la época.

La generosidad de la línea, del color, del dibujo propuesto debe hacerse eco de una personalidad, pero no abrumarla, ni mucho menos suplantarla. Sublimar, pero permanecer sutil.

"Lo que me gusta del dibujo: contar historias".

Contar historias es importante a cualquier edad. En cualquier dibujo, hay dos niveles de lectura:

  • Inmediatez, donde somos espectadores de la imagen, sensibles a los colores, a la atmósfera e incluso a la personificación que podemos hacer de los motivos.
  • Una visión más intelectual de la imagen, que remite a sensaciones, sentimientos, interpretaciones e incluso experiencias.

Forma y contenido son dos componentes esenciales de un diseño, que un diseñador debe tener siempre presentes a la hora de crear un dibujo. La fuerza de la línea sólo se pone de manifiesto cuando forma un todo.