Llegó a este mundo creativo siguiendo a una amiga de Annecy al Lycée Diderot de Lyon, que ofrecía una sección de arte textil. Fue a la escuela y luego a un taller textil en la rue Royale de Lyon. Rápidamente lo dejó para especializarse en grabado textil, que resultó ser demasiado técnico, a pesar de que quería dibujar.
Olga siguió entonces el movimiento: una muy buena amiga, conocida en un taller, le presentó al fundador de Julie Lavarière, a quien le gustaba su línea, su estilo, su universo romántico, un toque anticuado que le daba este encantador manjar. Líneas finas que esconden una fuerza muchas veces insospechada pero siempre presente.